viernes, 26 de septiembre de 2008

EL PEZ

Érase una vez un hombre afortunado al que le llovió un pez desde el cielo. En un principio se quedó absorto, pasmado, no sabía cómo explicarse que a su lado hubiera aparecido un animal de otro mundo tan diferente, sobre todo si se tiene en cuenta que el mar estaba muy alejado y que el tamaño del pez era bastante considerable, aproximadamente de unas dos cuartas. Miró hacia el cielo y vio un aguilucho revoloteando, y se dijo:
- ¡Ya está, este pez me lo ha dejado el dichoso pájaro! ¡Será un pez del Guadiana!- Y se quedó tan satisfecho con la explicación.
Pero, pasados unos minutos, escuchó atentamente y oyó al pez hablar que le decía:
- ¡Eh , tú, si me llevas a casa y me comes, morirás, pero si me devuelves al río, serás un hombre afortunado y tendrás todo lo que quieras!
- Ni qué decir tiene que nuestro querido Julio, que así se llamaba este hombre afortunado, mucho más sorprendido que antes, cogió el pez, lo metió en una bolsa de esas de plástico, le echó un poco de agua, se montó en el coche y rápida, rápidamente enfiló para el río. Cuando llegó, se bajó tan pronto como pudo, cogió la bolsa y echó el pez al agua. A partir de entonces se quedó tan dichoso que una sonrisa beatífica le llena la cara.
Cuando llegó a su casa, su mujer le preguntó:
- ¿Qué te pasa que estás tan sonriente?
Y él le contestó:
- Si te lo cuento, no te lo vas a creer.
- Cuéntamelo- le dijo la mujer.
Y él le contó que un aguilucho le había dejado caer un pez a su lado.
- ¡No me digas!- se sorprendió su esposa.
- Bueno, eso no es nada, también me dijo que si me lo llevaba a casa y me lo comía, moriría.
- ¡No se te habrá ocurrido traerlo!
- ¡No, no! Nada más caer, lo llevé al río, pero no te lo pierdas, me dijo que seré un hombre afortunado y que tendré lo que quiera.
Su mujer se quedó estupefacta, pero todos los días comprueba que la sonrisa no se le marcha y que sigue echando a los ciegos, a las quinielas, a la lotería de Navidad... y yo voy tras él y compro el mismo número, !por si acaso!
Manuel Lozano Manzano

1 comentario:

Lourdes Santos dijo...

Menos mal que todavía quedan buenos narradores de historias, de los que nos hacen recordar que la lectura tiene otras posibilidades además del rutinario estudio.
Por cierto, Manuel, anímate a escribir un poco cada semana. Yo lo estoy intentando en http://blogdelourdessantos.blogspot.com/